¿Confío en el Espíritu Santo o en mi propia fuerza?
¿Alguna vez ha tratado de empujar un automóvil usted solo cuando el motor no estaba funcionando?
Para la mayoría de nosotros, no es posible que lo hagamos con nuestras propias fuerzas.
La clave para vivir la vida cristiana es confiar en el Espíritu Santo para vivir a través de nosotros, y no confiar en nosotros mismos para hacerlo.
La carne en sí misma no tiene el poder de vivir la vida cristiana. El Espíritu Santo es como el motor en el auto. El automóvil no se moverá sin que el motor funcione.
El Espíritu Santo es como la batería en la linterna. A menos que la batería esté funcionando, no hay luz.
Para que el automóvil se mueva y cumpla su propósito, el motor debe estar encendido. Para que la linterna brille un rayo de luz, la batería debe estar activada.
Para que vivamos la vida cristiana, debemos ser llenos del Espíritu Santo y ser controlados por él.
Esto ocurre cuando le pedimos con fe que nos llene y controle cómo pensamos, sentimos y actuamos.
Nuestra actitud y comprensión son clave para ver a Cristo viviendo su vida en nosotros.
Él es quien nos impulsa a trabajar y cumplir los propósitos de Dios.
Él es quien nos autoriza a hacer su trabajo.
Hoy, pregúntate: ¿Confío en que el Espíritu Santo me empodere para vivir y trabajar para Cristo, o confío en mi propio esfuerzo?
Pídale a Dios que brille la luz del Espíritu Santo en su corazón, confiando en él para controlar cómo piensa, siente y actúa